Van de tu boca a la mĂa y a veces, casi siempre, nunca vuelven. Vuelan, se pronuncian a medias, se sonrĂen entre ellas y sus signos se combinan en nuevos significados para acabar muriendo en ellos mismos. Las palabras son eso, solo palabras. Signos cĂłmplices que se escuchan a sĂ mismos susurrar entre silencios.
Me quedo colgado entre ellas y espero que ese extraño enigma que encierran las tuyas y las mĂas se vuelvan llaves y abran puertas. Que cierren algunas puertas. Que entre estos saltos en espiral con triple mortal que damos encontremos ese momento sin puertas ni ventanas, sin muros a lo lejos con ruido de gloria pasada.
Hay alas que entreabren tus sonidos y en ellos me refugio. Espero, suspiro. Se abre de nuevo y nace un nuevo quĂ©. Espero inquieto entre un silencio y otro, sudoroso, penetrando fuertemente tu alma con un gran sexo mientras fuera se termina el dĂa. Ahora cae la noche y la luna escupe enĂ©rgica algunas estrellas. Calma que aparenta serlo. Algunas luces aĂşn luchan a lo lejos. Tres olas desordenadas rompen en un grito frente a mĂ salpicando mi frente. Una cuarta se deshace calmada a mis pies y descansa quieta reptando entre la arena.
Hueles a mar y yo a noche y veo tus labios mover. Susurran palabras y el viento ondula la sábana y también tu pelo.
Quiere morir entre dos letras mĂas y en un silencio de esos mĂos y tan nuestros.
Quiere vivir bajo el agua en una burbuja de esas mĂas viendo el sol entrar su luz sobre las olas.
Quiere ser sirena y ser serpiente.
Amo tus luces, y también tus sombras. Aquà te dejo algunas de ellas y no son más que eso, una pequeña parte de tu gran todo.
Bienvenida al paraĂso.