Al Natural.
En España el 80% de la población vive en el 20% de su territorio. Estamos en un país eminentemente urbano con grandes espacios libres de presencia humana, y muy protegido. Nos gusta el verde, pagamos más por estar cerca de él. Hordas de urbanitas escapamos al campo en nuestro tiempo de ocio como complemento vital y para desconectar de la tensión cotidiana. Por algo se dice aquello de “poner tierra por medio”.
En esta sociedad de consumo que ha democratizado el viaje y ha convertido el turismo casi que en obligatorio, ahora que los españoles vamos por el mundo y convivimos con tribus lejanas, los destinos cercanos comportan más una toma de tierra. Y sabido es que el turismo es uno de los pilares sobre los que se asienta la economía española, con un “turismo de naturaleza” como sector de ocio que no para de crecer y que se ha convertido en motor de desarrollo de las poblaciones en su área de influencia. Su principal foco de atracción son los Espacios Naturales Protegidos, un arma de doble filo para estos lugares tan delicadamente adjetivados. La ironía de estos enclaves de gran riqueza es que están bien mapeados, señalizados, publicitados y se accede a ellos fácilmente. Y bastante construidos: exigencias de guiónal entenderlos en parte como lugares de ocio en la naturaleza.
Al Natural es mi lectura de los Espacios Naturales Protegidos, en este caso de España, en el que observo la forma en que nos “apropiamos” de estos escenarios de excelencia y sus actores, ya sean turistas o piezas arquitectónicas e instalaciones. Una cartografía en verde de aquellos lugares indicados habitualmente en este color.