Amor por la lucha
En la ciudad de El Alto – ciudad vecina con La Paz, Bolivia- situada a una altura de 4,000 msnm, turistas y gente local hacen fila para comprar boletos para presenciar el espectáculo de las cholitas luchadoras. Cada domingo un grupo de mujeres, las “cholitas”, se preparan para dar un espectáculo de lucha libre. Ellas portan la ropa tradicional de las mujeres Aymaras, que se ha mantenido desde la Ă©poca colonial. Su atuendo consiste en faldas amplias, bombines -sombrero tĂpico-, zapatos de plástico, trenzas hasta la cintura, joyas de gran tamaño, maquillaje y chales bordados.
Yenny Wilma Maraz, conocida como “Marta La Alteña”, saluda al público con los brazos extendidos bailando al ritmo de la música, entrega su chal y su sombrero para subir al ring. Sube orgullosa aún siendo abucheada por el público. Ella es ruda y tendrá que pelear contra los buenos.
La lucha libre es un espectáculo teatral, pero tambiĂ©n requiere de un enorme esfuerzo fĂsico y de entrenamiento constante para poder realizar vuelos desde las cuerdas del ring y soportar las caĂdas, que muchas veces son dolorosas.
Los eventos de lucha libre son un negocio cada vez mayor. Cientos de turistas y bolivianos, asisten cada semana para ver a las cholitas vencer a sus adversarios.
Las cholitas como otros luchadores pertenecen a grupos manejados por diferentes representantes, quienes en muchas ocasiones sacan ventaja, llevándose gran parte de las ganancias y dejando a ellas con casi nada. Esto ha creado divisiones, y por lo tanto, se han conformado nuevos grupos, quienes ofrecen su espectáculo en diferentes puntos de la ciudad. La lucha libre boliviana cada dĂa gana más popularidad y ha traspasado fronteras gracias a este grupo de mujeres que se ha sacrificado en el ring.