Belleza de barrio
Se habla mucho del canon de belleza, de los estándares, y cuando se habla de ella se está hablando en realidad de un estilo oficial, único, con referentes impuestos desde las revistas.
Pero finalmente la belleza es una virtud que viene impuesta de nacimiento. Se tiene o no se tiene y, hoy por hoy, cuando se intenta transformar con un bisturĂ, existe el riesgo de que el resultado convierta al aspirante a bello tardĂo en un adefesio de diseño.
Me decĂa una de las personas retratadas que “la belleza es la autoestima; es para verte bien tĂş misma, no para los demás”. Aceptando pues que no hay juicio estĂ©tico más válido que otro, en “Belleza de barrio” prescindo de mis prejuicios y busco la belleza desde un criterio ajeno al mĂo. Me olvido de mis asunciones, determinadas por los filtros comerciales de la maquinaria publicitaria, e intento llegar al interior de la persona invitándola a ser hermosa, a mostrar su propia idea de belleza: la belleza que quiere proyectar en su entorno, en su barrio. La que quiere ver reflejada en los espejos de su casa.