Luis Poirot

Es un placer contar con el fotógrafo chileno Luis Poirot en nuestra revista, mostrándonos los exquisitos retratos que  lleva realizando durante años a su musa, a su mujer, Fernanda.  Como de costumbre le hacemos un pequeño cuestionario para pasar despues a una entrevista. No dejes de leer el bello texto «Me va la vida en ello» que encontrarás junto a la galería de imágenes.

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© Fernanda Larrain (esposa, cómplice y musa , es por tanto el cazador cazado, el retratista retratado)
 

¿Cómo empezó en este oficio?

En 1963 partía a Francia con una beca a estudiar cine y televisión. En ese momento mi oficio era el teatro que había estudiado en la Universidad de Chile. No podia llevarme a la mujer que amaba y pensé que quizás unas fotografías podrían ser un sustituto a su presencia. Nuestra relación era secreta porque ella aún estaba casada, entonces pedí a un amigo que me enseñara los rudimentos de manejar una cámara y luego de revelar y ampliar en secreto en su laboratorio. Fue mi primer acercamiento y durante mi estadía en Francia el tema fotográfico siguió rondando en mi cabeza.

¿Se acuerda de cuál fue su primera cámara?

Luego de un año de mi estadía en París, mi padre que vivía desde hace años en esa ciudad me ayudó a juntar el dinero para comprar una Rolleiflex 3,5 F con lente Zeiss Planar que desde hacía meses yo miraba con ojos lánguidos en una tienda. Con ella hice mis primeras fotos de escenas de teatro y retratos de actores al regresar a Chile. Así lentamente y sin casi darme cuenta me fui convirtiendo en fotógrafo.

¿Cuál fue la primera foto o fotógrafo que le impresionó?

Quizás el retrato de Matisse con una paloma en su mano, de Cartier Bresson o una de Sergio Larraín de Valparaíso.

¿La última foto o el último fotógrafo que le ha hecho sentir lo mismo?

Siempre vuelvo a Cartier-Bresson, Larraín, Kertesz y Weston, después de un largo recorrido por cientos de fotógrafos que voy olvidando.

¿Con qué cámara suele disparar? ¿Le da igual una que otra?

Una cámara debe ser hermosa y mis amores van desde la Leica a la Rolleiflex, con la Hasselblad por razones prácticas y la 4 x 5 Ebony porque me disciplina.

¿Tiene una óptica favorita?

Zeiss 110mm f.2 para Hasselblad y 35mm aposummicron para Leica M
Cuando trabajaba en El País con Canon F1 el 85mm f. 1.2

¿Horizontal o vertical?

Cuadrado

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¿Qué prefiere disparar a tiempo y hacer lo que esperaba o no llegar a tiempo y sorprenderse?

Tomo la foto y espero meses y a veces años para ampliar la imagen. Trabajo con la lentitud.

¿Reencuadra las fotos?

No, años atrás lo hice y el resultado era siempre peor que el original. He llegado a disputas serias con los llamados directores de arte de algunas publicaciones y he terminado renunciando a ellas.

¿Cómo se ha adaptado al mundo digital?

Me regalaron Sony, Fuji, Panasonic y largos préstamos de Hasselblad. No me interesan ningunas de sus aparentes bondades.

¿Digital o químico? ¿Porqué?

Químico, aunque eso me provocó un cáncer al lagrimal hace unos años. La copia en papel digital es pobre, como lo dice la palabra es la impresión de un afiche y no el original que tiene mi presencia, mi transpiración y mis vacilaciones en el secreto cómplice del cuarto oscuro. Una ampliación siempre es diferente, aunque quiera hacerlas iguales, todo cambia de un día a otro.

¿Qué películas utiliza?

Ilford FP4 desde 1973, antes de eso Tri x de Kodak, cuando la fabricaban bien. Desde los 80 Kodak solo fue en decadencia.

¿Retoca las imágenes? ¿Con que software?

No aplico

¿Cómo ve el panorama a día de hoy?

En lo personal, con ideas y proyectos para unos años que seguramente no me quedan y en la fotografía siempre la sorpresa de descubrir una visión distinta en alguien que estaba silenciado.

 

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Comenzó haciendo fotos de la compañia de teatro Ictus por casualidad (quería ser director de teatro), ¿Cómo fueron sus comienzos y porqué dejo el teatro?

Al regreso de una beca en Francia como director de Televisión, me encontré con un país dominado por los viejos y que no tenía posibilidades de mostrar lo que había aprendido. No quería volver a ser actor y tampoco me daban oportunidades como director de teatro. Comencé a ver los ensayos de mi antiguo grupo ICTUS que ensayaban Otelo. Desde la primera fila en platea comencé a tomar fotos con mi Rolleiflex, que llevaba a revelar y ampliar. Solo tenía mi cámara y ni luces o trípode. El laboratorio me parecía algo distante y misterioso que no entendía. Las fotos que mostraba a mis amigos actores comenzaron a interesar y con gran sorpresa el grupo me pidió que hiciera las fotos de escena y programa de mano de la próxima obra. Para ellos mi conocimientos de teatro suplían mi torpeza técnica fotográfica. Pedí dinero prestado y me equipé de un trípode tambaleante y de una ampliadora que aprendí a manipular solo en el cuarto oscuro. No tuve profesores, en ese tiempo en Chile no existía enseñanza de la fotografía.  Miraba avidamente revistas americanas de fotografía, copiaba desde donde podía y a veces pedí consejos a un reportero gráfico de buena voluntad. Durante años conviví en esta amable esquizofrenia del teatro como director y fotógrafo de revistas y libros.

Cierto día me enfrenté a la realidad que el teatro me aburría y que había vivido mis doce años de exilio sin pensar en él y sin que me hiciera falta. En cambio la fotografía era mas que un oficio, era pasión y obsesión casi devoradora. Quizás también percibí que ya no lo hacía bien como director y que solo aplicaba un oficio en forma rutinaria un poco obligado por mi matrimonio con una actriz, matrimonio que también llegaba a su término. Así es que terminé con el teatro y con el matrimonio de treinta y cinco años. Luego vino un infarto y un cáncer al lagrimal que casi me cuesta un ojo o la vida. Salí de ese precipicio con el propósito de dedicarme solo a las imágenes que me importaban y no aceptar encargos impuestos. No ha sido fácil, pero me reconozco feliz y privilegiado en esta etapa de mi vida.

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Durante su carrera como fotógrafo ha trabajado para la prensa, ha sido retratista, ha trabajado en el cine, en el teatro, ha hecho bodegones,incluso ha hecho fotografía de moda. ¿ En cuál de estas facetas se encuentra más cómodo y porqué?

Todo me ha enseñado algo, pero son etapas ya vividas. Hoy solo fotografío lo que tiene que ver con mi vida, lo que decía Strand “en mi jardín está todo el mundo”.

Se le conoce sobre todo por su trabajo en B/N aunque ha trabajado mucho el color en sus trabajos comerciales. ¿Tiene una preferencia y porqué?

El color no me interesa e incluso no tengo archivo de color. Perdí o abandoné miles de diapos de países exóticos en Kodachrome cuando creí que mi destino era ser fotógrafo del National Geographic. El color quiere ser la realidad y tardé mucho en comprender que el lenguaje fotográfico es otra cosa y que no somos notarios de nada.

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Es de formación autodidacta, aun así ejerció de profesor de fotografía en la Universidad Católica de Chile y años más tarde en el Centro Internacional de Fotografía de Barcelona ¿como fué exactamente su formación y cómo se pasa de ser autodidacta a practicar la docencia?

Como expliqué antes. A mediados de los 60 en Chile no había dónde estudiar fotografía, salvo algunos cursillos eventuales. La reforma en los planes de estudio de la Universidad Católica , planteó la necesidad de crear cátedra de fotografía en periodismo de esa manera dando la posibilidad de escoger periodismo escrito o visual, algo absolutamente inédito en las universidades chilenas. Si bien tenía poca experiencia en fotografía y ninguna en pedagogía, mi formación universitaria en la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile y mi trabajo como director de teatro, me daban un conocimiento de metodologías de trabajo cercanos a la enseñanza. Desde mis comienzos me había interesado por los autores, los fotógrafos mas allá de una anécdota eventual a la que se le atribuía valor periodístico. Sometí estas ideas y fui nombrado por el Consejo Superior de la Universidad a comienzos de 1969. No había otros referentes y tuve que crear los planes de estudios desde cero para los dos primeros años. A finales de 1973 luego del golpe de estado, fui exonerado sin razón ninguna, junto a otros profesores. Dos de ellos serían luego Premios Nacionales de Literatura. En 1990 el nuevo rector me envió una carta oficial de excusa y la anulación de un decreto , que desconocía , que prohibía que enseñara en cualquier institución.

En el Centro Internacional de Barcelona, desarrollé talleres de reportajes de larga duración y trabajo en equipo. Uno de los que recuerdo con especial cariño fue el dedicado al “Distrito quinto” o “Barrio Chino” verdadero tabú de la Barcelona de esos años, donde incluso la policía vacilaba en recorrer y que quisimos mostrar despojado de su leyenda negra. Otro de los aspectos que se abordaron fue el conocimientos de autores, siguiendo la línea que ya había comenzado en Chile y ahora enriquecida por la gran biblioteca que poseía el Centro.

Estos esquemas son los que continúo enseñando en mis talleres, poniendo enfásis en autores y no en recetas técnicas. No son competitivos, no hay notas o premios y cada cual trabaja a su ritmo intentando encontrar su voz particular en la fotografía. A veces hablamos de cine o literatura y no escabullimos la discusión sobre temas políticos que nos afectan.

 

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Su apellido es de ascendencia francesa, ¿Qué relación le une a Francia, país en el que ha pasado varios años de su vida, primero como estudiante de teatro y despues refugiandose de la dictadura de Pinochet?

Me crió mi abuela francesa pues mi padre había partido a unirse al General de Gaulle y los Francesas Libres cuando tenía dos meses de vida. Mi madre debía trabajar para darnos que vivir y mi hermano mayor estaba ya en el colegio. Mis primeros recuerdos son la dulzura y el cariño de esa abuela que me hablaba en francés, me cantaba y luego mas grande ya me enseñaba juegos de cartas. Fui al colegio Alianza Francesa y aprendí francés antes que castellano, que solo aprendí a leer y escribir bien a los doce años. La cultura francesa es pues básica en mi infancia y adolescencia. El shock fue con mi llegada exilado. Quizás por mi estado de ánimo, nunca me integré de verdad a su cultura y pasé dos años muy negros en París.

Algunas de las imágenes más conocidas de la época de la Unidad Popular de Allende son suyas. ¿Cómo hizo para conservar las imágenes cuando partió para Francia en el año ’73?

Mis negativos. Quizás miles ya en esa época, quedaron escondidos en manos de varios amigos y pasado mas de un año, mi hermano que estaba en Chile, fue recuperándolos de a poco. Los entregaba en reuniones misteriosas a una amiga que trabajaba en la Embajada de Francia y ella con permiso del embajador, los enviaba por valija diplomática a París. Me llamaban del Ministerio de Relaciones de Francia a mi casa en parís y así fui recuperando mi archivo. Algo se perdió pues por temor;  algunos de quienes los guardaban los destruyeron. Los militares desde el primer momento quisieron borrar la memoria visual y eliminaron archivos públicos y privados. Mis fotos fueron tomadas por un proyecto personal, no eran encargos. Sabía que estabamos viviendo un momento histórico del que había que dejar memoria. Quizás me marcaron profundamente los relatos de la guerra civil española escuchados desde niño por el padre de mi mejor amigo, refugiado anarquista español.

Teníamos la impresión de enfrentarnos a un proceso similar y que yo debíamos documentarlo.

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¿Cómo fué su vida en el exílio en Francia, pudo seguir trabajando de fotógrafo?

Llegué con un proyecto de rodar una película que preparabamos en Chile del cual yo era coguionista y dirigida por Raúl Ruiz. Como el noventa por ciento de ellos, al cabo de un tiempo se desvaneció y volví a mi profesión de fotógrafo y a buscar trabajo para sobrevivir. Trabajé esos dos años en mi oficio, pero haciendo lo que los franceses no querían hacer. Trabajo alimenticio olvidable. Cuando había decidido partir, una casualidad llevó a que Martine Frank me ofreciera reemplazarla en su trabajo del Theatre du Soleil. Pero ya la decisión estaba tomada de dejar París.

¿Qué le supuso conocer a Cartier Bresson durante su estancia en Francia?

Son tres años de universidad y varios doctorados. Algo que no olvido y siempre agradezco.

De Francia pasa a Barcelona, ¿Porqué ese cambio, porqué salir de una dictadura en Chile y entrar en la dictadura franquista?

Mi esposa (en ese momento) era actriz y no tenía la menor oportunidad de ejercer su oficio en Francia. Ella es catalana y supuso que sería posible para ella actuar en Barcelona. Dejé el pequeño departamento que habitabamos y una noche cargamos nuestras pocas pertenencias en un auto alquilado rumbo a España un par de semanas antes de la muerte de Franco.

¿Le costó conseguir empleo como fotógrafo al llegar a España?

Al llegar a Barcelona tenía un departamento prestado por unas semanas y dinero para comer por quince días. Era comenzar de cero una segunda vez, sin conocer a nadie. El domingo y cosa insólita, apareció un aviso en el diario que llamaba a postulación de fotógrafos para una empresa de audiovisuales. El lunes me uní a la larga fila que esperaban una entrevista y test sicológicos . Quedé seleccionado quizás porque era el mayor y con más experiencia que los otros en diferentes campos de la fotografía.

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¿Vivió los últimos coletazos de la dictadura y los primeros años de la Transcición. ¿Qué recuerdos guarda de la transformación del país?

En España hice el gesto ritual que cuesta a los exilados, deshacer la maleta y decirse que esto era para largo, que había que comenzar a vivir la realidad del país en que ahora vivía. Del miedo de los primeros días tras la muerte de Franco, se decía que ahora venía “la marimorena” pasamos a la alegría y la esperanza, una atmósfera de libertad que me recordaba el Chile de Allende. La gente en la calle y tomándose los derechos negados durante tantos años. Yo tenía experiencia en fotos callejeras de manifestaciones y fui contratado por un semanario que recién aparecía ( aparecían todos los meses alguno nuevo ) una foto que tomé con la primera aparición pública de la bandera catalana fue convertido en afiche emblemático que durante años decoró las casas en Cataluña. Colaboré en “Por Favor” junto al Perich, Vázquez Montalbán y todo ese equipo, en el naciente “Play Boy “ español, revistas de arquitectura y finalmente en “El País” donde me dieron total libertad de hacer lo que yo quería.

Hice amigos como Maruja Torres y Txema Alegre , con los que de cuando en vez nos comunicamos. Amé y fui amado. Me diron la doble nacionalidad y participé con alegría en las votaciones que cambiaron el rostro de España.

Entendí quien era como fotógrafo y ya no una mala copia de Cartier-Bresson o un aspirante a ocupar las páginas colorinches del National Geographic.

Dejé de mirar con nostalgia a Chile y aprendí a ser ciudadano de otra realidad.

Durante su estancia en España le premiaron varios trabajos (Foto- Press España, Premio Retrato de Prensa y Fotografía Política, los años 1984 y 1985),¿Por qué trabajos fueron los galardones?

Antes de partir hice una foto de Jordi Puyol, sentado en una mesa y con los pies colgando, un pequeño rey en su trono . Fue una pequeña venganza ante ese nacionalismo barato que inundó Barcelona y cambió el rostro de la ciudad cosmopolita que había conocido. La edición en Barcelona de “El País” la objetó, pero salió en la edición nacional. La otra creo que fue el retrato de Catalá Roca, primer fotógrafo “Premio Nacional de Artes Plásticas”.

¿Porqué decidió volver a Chile una vez que tenía una posición envidiable en España (trabajando como fotógrafo para El País)?

No tenía proyectado mi regreso. Me habían ofrecido ir a Madrid a la edición nacional, tenía otra oferta de Milán y un proyecto de sociedad con un amigo dueño de una agencia de diseño en París. Mi hijo, ya adolescente quiso regresar a Chile, dijo que allí tenía familia y su madre trabajaba con éxito en teatro y televisión. Quedarme significaba romper la familia. Son las decisiones que marcan la vida y no me arrepiento. Le debo muchísimo a España, mi formación básica en cultura es francesa, pero soy un mestizo que pertenece a este país, con el cual mantengo una relación de amor y rabia, como supongo será en todas las familias. Volví a Chile en 1985 a los 44 años a empezar de cero por tercera vez, a un país que desconocía y en el que por supuesto nadie me conocía. Me recibió el mismo día de mi llegada un terremoto de gran intesidad y salí con una cámara Sinar de gran formato a fotografiar los barrios del viejo Santiago de mi infancia. La ciudad fantasma habitada por el recuerdo de todos aquellos amigos que ya no estaban, destruida por el horror de la dictadura.

Así continué mi trabajo de memoria en un país amnésico.

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Es muy conocido su trabajo alrededor de Neruda. ¿Cómo era su relación con el poeta y cómo nació esa amistad?

No puedo pretender una amistad con Neruda. Lo conocí en 1969 y luego volví varias veces a fotografiarlo a su casa, con el privileio de estar a solas con él, poder hablar de fotografía y que con generosidad me permitiera seguirlo a todas partes. No tengo respuesta al porqué confió en mí . Una de las razones de mi regreso fue también trabajar en su memoria, cuando su nombre estaba prohibido. De ahí nació el libro “Neruda, retratar la ausencia”, que se reedita en Chile y USA hasta hoy.

¿Qué le hizo marcharse otra vez de Chile a trabajar a USA y qué impresión le dejó su estancia en ese país?

Mi ex esposa ( la catalana ) fue nombrada Agregada Cultural en USA en momentos en que una empresa teatral nos llevaba a la quiebra. Partí pues simplemente como acompañante. Sin embargo pude gestionar varios proyectos y viajé muy seguido a Chile , lo que me permitió hacer cuatro libros y una gran exposición en el Museo de Bellas Artes de Santiago. En Washington monté un laboratorio con los mejores elementos que siempre había soñado tener y la calidad de mis ampliaciones mejoró notablemente. No me interesó Washington para fotografiar, ciudad muy aburrida y solo para políticos.

Ahora está definitívamente devuelta en Chile, ¿en qué anda metido ahora?

Nos falta el período del 2001 al 2005 , donde viví en Bruselas esta vez yo como Agregado Cultural. Me divorcié , tuve un infarto y varios by-pass, un cáncer en el lagrimal que casi me cuesta la vida o por lo menos el ojo izquierdo, operación exitosa en Miami y dos meses de radiación. Mucho miedo, pero el comienzo de nuestra vida en común con Fernanda, que me obliga a fotografiar para no caer en una depresión. Luego el regreso a Chile (nunca sé si definitivo) y nacimiento de nuestras dos hijas Aurora (8 años) e Isabel (4 años).

Doy talleres de fotografía para grupos de máximo seis personas en mi pequeño taller de calle Huelén y genero proyetos de libros con una exposición en lo posible itinerante. Esta reciente muestra que agrupó el trabajo de un retrato de Fernanda en más de quince años me dejó seco, vacío y no sé muy bien para dónde voy ahora. Quizás y digo solamente quizás … mi diálogo con la naturaleza de Chile…un chico de la ciudad que apenas reconoce un par de plantas y que mira su entorno…lo mejor de él que es lo que nos dio la naturaleza y que nosotros destruímos para reemplazarla por los horrores de las ciudades en que vivimos.

Y sigo con la memoria, lugares y gentes.

 

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