Luis Vioque

Madrid. Octubre 1966.

En 1989 empieza a interesarse por la fotograf铆a, desde entonces completa su formaci贸n de manera autodidacta.

Desde el a帽o 2000 expone regularmente en distintas galer铆as. Su obra se encuentra en diferentes colecciones como: G茅neros y tendencias en los Albores del siglo XX, Fundaci贸n Zoilo Ruiz Mateos, Colecci贸n Hotel Bauza, Diputaci贸n de C谩diz, Colecci贸n de Arte Contempor谩neo del Ayuntamiento de Madrid, Colecci贸n de la Comunidad de Madrid, Fundaci贸n Foto Colectania, Colecci贸n Juan Red贸n, Colecci贸n Purificaci贸n Garc铆a, etc. …
Entre las publicaciones de Luis Vioque destacan los libros, Un viaje imaginario, Mares de Portugal y Oc茅anos de arena.

GALERIA-VIOQUE

Mares de Portugal por Josep Vicent Monz贸

No es la primera vez que Luis Vioque viaja a Portugal para encontrar los momentos adecuados para fijar su mirada. En 1992 fue la m谩gica ciudad de Lisboa la escogida para lograr captar su luz atl谩ntica a trav茅s de sencillos y enigm谩ticas im谩genes que nos evocan sus po茅ticos recuerdos. Fueron los primeros intentos fuera de Madrid, su entorno habitual, donde la mirada del fot贸grafo iba perfilando un camino hacia nuevos horizontes. Eran trabajos en los que las inquietudes de su mirada no escapaban de las 贸ptimas influencias de su cercano per铆odo de formaci贸n y que le ayudaron a encontrar su particular forma de ver, al comprender que la esencia de su trabajo no depende de la importancia del objeto que mira, sino de la intensidad con la que decide compartir cada instante vivido. Su verdadera personalidad trasciende el estilo de narraci贸n y su po茅tica se amplifica notablemente.

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Sus nuevos planteamientos son transformados sobre peque帽os y alargados papeles rectangulares, donde las escenas captadas contienen una aparente naturalidad. Situaciones a lo largo de un recorrido incesante a trav茅s de sus conocidos paisajes, donde encuentra el ansiado momento para accionar el obturador de su c谩mara fotogr谩fica. No necesita alejarse demasiado de los alrededores de su hogar y a partir de 1996, ya sea a lo largo de los desplazamientos hacia el lugar del trabajo diario -pues Luis Vioque se dedica s贸lo parcialmente a su apasionada escritura con la luz- o en sus continuas excursiones, va encontrando las peque帽as pero intensas vivencias que ir谩 ampliando cuando recorre las llanuras de Castilla, las orillas del Mediterr谩neo, la isla de Menorca o el norte asturiano. Sus diminutos hallazgos enloquecen la mirada del observador transportando su conciencia hacia la situaci贸n de ese gran mundo que nos rodea y que nos acoge con tanta ternura y m谩gica benevolencia.

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No es casual que el observador reciba este cordial abrazo que nos separa del aburrido y nost谩lgico recuerdo, para acercarnos a una solidaria uni贸n con la escena observada. Experiencia que transmite con exactitud el car谩cter de Luis Vioque. No es un falso sentimiento que sigue las modas imperantes, que por un lado insisten en mostrar grandes y elocuentes acontecimientos o en un sentido contrario nos abren las puertas de su m谩s 铆ntima privacidad. Es el reflejo de una verdadera inquietud que no necesita planteamientos te贸ricos de envergadura, pero s铆 de un gran conocimiento de la Historia, y no s贸lo de la fotogr谩fica. Un conocimiento que recupera la tradici贸n paisaj铆stica con un gran componente de modernidad y que le sit煤a perfectamente entre los artistas que han entendido cu谩l es su compromiso personal, frente a la situaci贸n que atravesamos en esta聽 frontera de cambio de milenio.

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Desde el inicio de esta nueva etapa, en su recorrido por la Pen铆nsula Ib茅rica, le faltaba revisitar la costa portuguesa para aplicar su nueva mirada. La decisi贸n acertada de viajar por los Mares de Portugal comenz贸 en mayo de 2001, partiendo
desde Oporto hacia el sur. Un segundo viaje, realizado en junio de 2003, desde Tuy y hasta Ayamonte, nos permite ahora la contemplaci贸n de una nueva y exquisita selecci贸n de estos hermosos y fronterizos espacios abiertos que s贸lo existen entre las tierras portuguesas y el Atl谩ntico. Las grandes extensiones de arena junto a esos mares que tanto le atraen son una huida consciente de la masificaci贸n de las grandes ciudades, mostrando una escasa, pero delicada presencia humana.

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La huella de la civilizaci贸n es marcada con gran intensidad por el contraste de diferentes artilugios que aparecen y amplifican la pureza de la arena, como sucede en la Praia de Santo Andr茅. Una atm贸sfera enigm谩tica que permanece en cada una de las im谩genes de este singular viaje, eligiendo con meticulosa decisi贸n cada uno de sus encuentros. Los restos de una escalinata en la Praia Miramar los encuadra con una total precisi贸n, para obligar a que las olas del oc茅ano sean una continuaci贸n de sus escalones y que finalicen en la misma l铆nea del horizonte. Una l铆nea que es quebrada de nuevo por los postes de un fantasmag贸rico tendido el茅ctrico en Figueira da Foz, por un rayado parapeto en Melides o ese aislado autom贸vil en las costas de Santa Cruz. Otras veces el horizonte es transformado por una fila de esas cl谩sicas maderas que intentan proteger la vegetaci贸n en la playa de Mira. Su mirada alterna la direcci贸n hacia las oscuras aguas o se detiene frente a ese peque帽o faro del Cabo Espichel donde nos impresiona la soledad y abandono de un caser铆o situado en primer plano. Los surcos producidos por los efectos de la marea son los protagonistas en la playa de Se帽or da Pedra, pero de nuevo aparece por la izquierda una extra帽a carretera que se entierra en el horizonte, seguramente para acceder al precioso caser铆o situado entre las rocas del acantilado.

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Un viaje por el Atl谩ntico que nos muestra el fruto de la exploraci贸n de un pa铆s donde el 茅xtasis alcanzado en cada lugar es transmitido con gran intensidad. 脡sta es la principal intenci贸n cuando se ha elegido la fotograf铆a como una forma de聽expresi贸n y Luis Vioque lo ha conseguido con una gran maestr铆a y sobre un tema con el que la mayor铆a de las veces los resultados obtenidos no permiten encontrar la clave de la intencionalidad del autor, sobresaliendo exclusivamente las caracter铆sticas que realzan la belleza del paisaje observado. Pero Luis Vioque domina a la perfecci贸n las claves de la comunicaci贸n, como lo demuestra cuando se encuentra con ese atardecer en la Praia de Barril. Los principales protagonistas de la escena rivalizan entre s铆 en la captaci贸n de su mirada, pero el resultado presenta una ajustada composici贸n y las oscuras islas de vegetaci贸n ser谩n el fondo que permita que las blancas y solitarias sillas y la mesa nos obliguen a recapacitar
sobre lo acontecido justo antes de ese precioso e infinitesimal instante. Y nuestra imaginaci贸n no adivinar谩 nunca lo que acontece unos segundos despu茅s de ese encuentro entre dos diminutas figuras humanas y la embarcaci贸n que navega frente a la Vila de Santo Antonio.

 

La Ca帽ada, entre septiembre de 2001 y junio de 2004.聽聽 j.V.M.