Horacio Coppola

horacio-coppola-revista-ojosrojos© Horacio Coppola – Avenida Corrientes, 1936

“Una buena fotografía es una fotografía completa”; la unión de lo interno y lo externo, ese equilibrio delicado sin el cual, el arte permanece ausente, esa fue la clave de toda la obra de Horacio Coppola.

Debo confesar que fue muy difícil tener que elegir solo una foto entre la extensa producción fotográfica que produjo nuestro autor, sin embargo, logré decidirme por una que define gran parte de su trabajo. En ella se observa una Buenos Aires moderna, su inspiración cotidiana, fotografiada desde arriba en una noche clara de verano probablemente y las luces nos indican una ciudad viva, inquieta.

La calle principal son las líneas de fuga que nos guían hacia el centro de la imagen donde se encuentra el obelisco, pirámide que la caracteriza. Realizado por la municipalidad de Buenos Aires en el año 1936, Coppola tuvo la misión de registrar el proceso de construcción; hecho que alimentó el amor por su ciudad y el deseo de seguir retratándola.

A la vez tenemos una vista panorámica donde podemos imaginar entre esos edificios las calles angostas del centro porteño que Horacio Coppola junto a su Leica, transitó y fotografió de manera cotidiana en la década del 30.

Con su búsqueda permanente de un nuevo modo de ver y su estética modernista, su arte le brindó una identidad fotográfica a Buenos Aires. Es así como este fotógrafo apasionado por su ciudad ha logrado dejar impresa en la memoria visual, fotografías que son claves en su historia.

Personalmente lo considero un curioso flanèur, es decir, una suerte de topógrafo urbano capaz de descifrar en todos sus aspectos a la ciudad que nos permite recorrerla, reconocerla para poder así deconstruirla y volver a construirla. El flanèur necesita a la ciudad para vivir, para ser un artista; y en ella se representa su escenario y en él se encuentra su anonimato, que solo es posible en medio de la multitud.

Guillermina Di Pietro
Comunicadora social y Fotógrafa

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